Arturo Pérez-Reverte ha declarado "amor eterno" al libro tradicional frente a los nuevos libros electrónicos. El conocido escritor considera los nuevos soportes complementos de los libros tradicionales.
Pese a algunas características positivas de los nuevos dispositivos, para el escritor los verdaderos lectores son los que lo hacen en papel. "Quien crea que la felicidad de acariciar los lomos de piel o carton y hojear páginas de papel, puede sustituirse por un chisme de plástico con un millón de libros electrónicos dentro, no tiene ni puta idea. Ni de qué es un lector, ni de qué es un libro", son las palabras del propio escritor en su blog.
En su entrada analiza el debate sobre los soportes, papel o tecnología, desde su punto de vista de escritor. "Me da igual (Dice sobre este soporte), yo escribo lo que va dentro. Mi trabajo es ocuparme del contenido: contar historias y que la gente las lea. Del soporte se ocupan otros", son las palabras del escritor.
Para Pérez-Reverte los libros electrónicos cuentan con características muy útiles. La posibilidad de poder llevar multitud de libros con un peso y espacio muy reducidos y la multitarea, escuchar música o navegar por Internet, son las características que destaca de estos dispositivos.
Sin embargo para él estas características pueden suponer una de las perversiones de este tipo de libros. La perversión o disfunción se debe a que según Arturo Pérez-Reverte, para una lectura en profundidad se necesita tiempo y concentración, condiciones que la multitarea de los 'eReader' limita en gran medida.
Pese a las ventajas de los libros electrónicos, el escritor se sigue declarando más favorable a los formatos tradicionales. La dependencia tecnológica es una de las críticas del escritor al nuevo soporte. "Estoy harto de toparme con pantallas en todas partes, hasta en el bolsillo, y me niego a transformar mi biblioteca en un cibercafé", señala en su artículo. Además, presenta razones más "románticas" como el tacto, el olor o el envejecimiento de un libro de papel como motivos de peso para su preferencia.
Pérez-Reverte concluye su visión de la situación dejando claro que el futuro son los libros digitales pero él prefiere las ediciones impresas. Aunque reconoce las virtudes de los nuevos dispositivos no considera que se puedan comparar a las características de un libro tradicional.
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